Líbrame, Señor, de toda tristeza congénita. Sopla sobre mí tu Espíritu Santo que es capaz de curar, transformar y quitar de mí toda marca de tristeza que se quedó enraizada en mí. Pasa, Señor, por toda mi historia y por la vida de mis antepasados. Rompe con toda la carga hereditaria de tristeza, angustia, depresión y melancolía traída de mis padres, abuelas, bisabuelos, tatarabuelos y todas las personas que forman parte de mi árbol genealógico. Cura, Señor, todo resultado de palabras pesadas, maldiciones, traiciones, muertes, que cayeron sobre mí. ¡Asumo que soy un bienaventurado! Asumiendo toda la fuerza de esa palabra, Señor, puedo proclamar: ¡Soy un bienaventurado!, no por merecimiento, sino por gracia, ¡el Señor me hizo un bienaventurado! Bautízame en tu Espíritu Santo y hazme nacer de nuevo. Que Tu Espíritu Santo penetre en mí profundamente, tocando, curando, llenando, suavizando y trayendo todo el bien, amor, paz, alegría, entusiasmo, gracia y bendición de esta vida nueva. Gracias, Señor, por este maravilloso bautismo en el Espíritu Santo. Amén
Del Libro: Combatentes na alegria Mons. Jonas Abib. -
viernes, diciembre 26, 2014
Oración para sanar la Tristeza
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