A solas con Jesús
Hay que hacerlo sin prisas, para que su gracia cale muy dentro y llegue hasta las raíces mismas de tus conflictos. Así podrá El escribir la Historia de Salvación en tu vida.
Si es preciso, puedes hacer esta oración en el curso de varios días, cubriendo en cada sesión una etapa o aspecto de tu vida. Las oraciones que aparecen en los numerales siguientes te pueden ser de una gran utilidad.
Al orar por la sanación de recuerdos tú vas recorriendo mentalmente y en cierto modo reviviendo, tu pasado.
Te detienes en aquellos incidentes que te han marcado más o traumatizado profundamente, y con los ojos del corazón ves a Jesús presente en cada uno de ellos. Desde tu pobreza le ofreces tus recuerdos y experiencias dolorosas, tus temores, angustias, resentimientos, culpabilidad y otros conflictos emocionales; le presentas también las zonas vacías y conflictivas de tu vida.
Ofrécele todo con una confianza ilimitada en su poder, con un abandono total en su bondad. Pide a Jesús que lave en su preciosa sangre cada uno de tus recuerdos dolorosos; que sane por sus heridas tus propias heridas; que llene con su amor y su fuerza tu propio vacío.
Trata de visualizar a Jesús que en ese momento recorre tu vida pasada limpiando y sanando heridas, rompiendo cadenas, llenando vacíos.
Todo lo que tú ofreces al Señor, él lo acepta de buen grado y lo transforma en gracia. «Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman» (Rom 8,28).
Dile a Jesús que le amas y deseas amarle cada día más, amarle y servirle en sus hermanos necesitados.
Dos personas que participaban en un mismo retiro tuvieron un sueño parecido en su comienzo, pero diferente en su conclusión. Un hombre soñó que se acercaba a Jesús con un enorme cesto conteniendo las cargas y preocupaciones de su vida. Lo dejó a los pies del Señor para orar. Terminada la oración, se cargó con el mismo cesto y salió. Una niña soñó que se acercaba a Jesús con su cesto de problemas y preocupaciones, y lo depositaba a sus pies para orar. Mientras oraba vio cómo Jesús tomaba su cesto y lo arrojaba al mar. No volvió a verlo.
Una vez que has ofrecido al Señor tu pasado y tus recuerdos penosos, déjalos en sus manos, No des demasiadas vueltas a lo pasado. En nombre de Jesús conjura a tus miedos, angustias, resentimientos... a que no vuelvan a tu corazón. «Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud» (Gal 5,1).
Jesús te libra de la esclavitud a un pasado poco feliz, y abre ante ti nuevos horizontes llenos de luz y de esperanza. Vive de cara al futuro.
«Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús. Así pues, todos los perfectos tengamos estos sentimientos. Desde el punto a donde hayamos llegado, sigamos adelante» (Fil 3,13-16).
Acepta en fe la presencia y la acción liberadora de Jesús en tu vida, aún antes de sentir sus efectos. Dale gracias de corazón, canta y alaba su santo Nombre. La alabanza confirma y acelera el proceso de sanación.