sábado, septiembre 19, 2009

Encuentro con Raniero Cantalamessa en Chile

Saludos queridos amigos y hermanos: Este sábado fue uno muy especial. Uno que llevaremos muy guardado en nuestros recuerdos para siempre. Junto con los re-encuentros con personas que Dios, a lo largo del camino nos ha ido presentando y que han dejado su huella indeleble en nuestras mentes y corazones, nos vimos ante la presencia imponente, en su humildad, de un siervo de Dios. Se trata de la persona del capuchino, Raniero Cantalamessa. Este mismo hombre que en su currículum tiene el ser una de las personas que da retiros personalizados al propio papa de Roma, partiendo por nuestro bien amado Juan Pablo II, ser amigo personal de S.S. Benedicto XVI, nos ha venido a hablar de cosas profundas en 2 charlas con la simplicidad que sólo una persona llena del Espíritu de Dios lo puede hacer. Su primera intervención fue sobre las enfermedades que atacan al hombre tanto en lo espiritual y en lo físico y cómo la palabra de Dios, con su inmenso poder las puede curar. El requisito, tener fe. En su segunda intervención, por la tarde, nos deleitamos con su testimonio de vida, historias de fe, alegría y esperanzas que este hermano e hijo del "pobrecito de Asís" matizaba con un exquisito sentido del humor. Terminamos esta jornada de Júbilo con una santa misa presidida por el y en la que la solemnidad del encuentro con Jesús hecho eucaristía se palpaba en el ambiente. Fue un día fantástico, pleno y dichoso y más con la posibilidad que tuve de cantar un par de canciones a mi creador en medio de esa multitud de hermanos y que me hizo recordar y gozarme en aquella canción que hace un tiempo me regaló el Señor y que se titula "el privilegio de Adorarte". "Una vez más te agradezco mi Señor por el inmenso privilegio que me has dado de ser tu adorador y servidor". Encuentros como este debieran tener una continuidad dentro de nuestra iglesia y nuestra renovación, para así sentirnos todos, sin importar el lugar de la patria de donde uno proceda, miembro de una sola familia cuya cabeza es Jesucristo que junto con su madre, nuestra dulce María nos invitan y acogen en una fiesta de hermanos al amparo del Padre y del poder del Espíritu Santo. A continuación les adjunto una brevísima biografía del padre Raniero: El P. Raniero Cantalamessa, franciscano, capuchino, nace en la provincia italiana de Ascoli Piceno. Doctorado en Teología y Lenguas Clásicas, asume la catedra de Historia de los Orígenes del Cristianismo en la Universidad Católica de Milán. Miembro, luego, de la Comisión Teológica Internacional hasta 1981, deja un poco antes la enseñanza académica para dedicarse por entero a la predicación en varias naciones, con aguda sensibilidad ecuménica. Desde ese mismo año de 1980 es predicador de la Casa Pontificia. Y en estos últimos años dirige la "RAI-1" un conocido programa de cultura religiosa.




miércoles, septiembre 09, 2009

CD DE ORACIONES DE SANACIÓN


ES UN CD DE SIETE DIFERENTES ORACIONES DE SANACIÓN... DE LAS CUALES SEIS FUERON INSPIRADAS POR EL ESPÍRITU SANTO EN UN VIAJE DE MISIÓN A LA CIUDAD DE COYHAIQUE Y LA SEPTIMA ORACIÓN ES UNA ORACIÓN BASTANTE CONOCIDA TITULADA "LA ORACIÓN MILAGROSA" YA QUE LA UTILIZO MUCHO CUANDO EVANGELIZO A LAS PERSONAS.
OJALA TE SEAN DE GRAN AYUDA PARA AQUELLOS MOMENTOS EN DONDE NECESITAMOS ENCONTRARNOS CON DIOS O CUANDO ESTAMOS PASANDO MOMENTOS DE SEQUEDAD ESPIRITUAL

LAS PUEDES ESCUCHAR AQUÍ, COLOCANDO PAUSA AL REPRODUCTOR DE LAS CANCIONES Y DARLE PLAY AL REPRODUCTOR DE LAS ORACIONES...QUE TE SEAN DE GRAN AYUDA.

SU VALOR ES DE $1500 CON EL FIN DE QUE MUCHOS LO PUEDAN TENER Y REGALAR.
ESCRIBE A MI CORREO: CARISMAJOSM@GMAIL.COM

lunes, septiembre 07, 2009

BAÑO DE LUZ


En los retiros de sanación interior"Bienvenido a la Vida" algunas veces hemos realizado esta experiencia del baño de luz...a sido muy favorable esta experiencia para aquellos asistentes al retiro, ya que han encontrado la raíz a muchas interrogantes en su vida y que han ayudado en su proceso de sanación interior.Aqui va una breve explicación.

Para llegar a conocer profundamente con la ayuda de Dios esas zonas oscuras de tu vida, algunos, como Darío Betancourt, recomiendan el baño de luz, que, según este autor, no es otra cosa que, “con la ayuda del Señor, tratar de encontrar:

Una respuesta a algo que nos molesta y nos hace sufrir.

Una razón a aquello que nos impide ser felices y no nos permite progresar espiritualmente.

La causa de un bloqueo o trauma.

Una luz para aquella oscuridad que produce una parálisis en la vida espiritual”.


En el baño de luz debes pedirle a Dios, que es fuente de luz y toda luz, que ilumine tu caja negra para que puedas reconocer las causas de esas reacciones que no puedes manejar, y que todavía no descubres cuáles pudieran ser.


Es importante también que sepas usar bien y sin temor tu imaginación. Dice el Dr. Walter Chase (director del Departamento de Ciencias Básicas y Visuales de la Escuela de Optometría del Southern California College en Fullerton):

“Lo que se ve con la mente es tan real, en un sentido, como lo que se ve por una ventana. No hay mucha diferencia fisiológica entre las señales que transmite la mente y las que transmite el ojo”. (New York Times, agosto de 1973).

Por tanto la imaginación no es despreciable ni es una cualidad humana de segunda categoría. En esta tarea de buscar que Dios ilumine tu caja negra la imaginación puede desempeñar una labor importantísima.


Para hacer tú mismo esta oración del baño de luz:

Busca un lugar y momento de tranquilidad donde puedas concentrarte.

Imagínate a Dios, o a Jesús, en forma sencilla, y dirígete a Él con toda confianza.


Escríbele en una carta lo que estás sintiendo en ese momento.

Escríbele también lo que tú quieres que Él te ilumine en tu caja negra: la causa de lo que te está preocupando, y que quieres que Él te sane.


Imagínate desde el momento en que fuiste concebido y pídele luz para ver y saborear el amor que Él te manifestó desde ese primer momento de tu vida. Y así, desde ese amor de Dios por ti, sigue imaginándote lo que pudo haber pasado cuando cada uno de tus padres se enteró de que tú venías, y pide la luz de Dios para cada momento, mes por mes, vivido dentro de tu madre. si en algún momento sientes una emoción muy fuerte, quédate ahí pidiendo más luz para ese momento, hasta que veas con claridad.


Imagínate cuando naciste, y cómo habrás sido recibido por tus padres, hermanos, abuelos, y por quienes te ayudaron a nacer (médicos, parteras). Pide luz para ese tan importante acontecimiento de tu nacimiento. Si algún pensamiento sobre tu nacimiento o las circunstancias que lo rodearon, te produce una emoción particular, pide a Dios más luz sobre eso hasta que veas con claridad.


Imagínate tu primera infancia y recuerda las cosas que de ti se decían en tu casa. Piensa en tus primeros recuerdos como niño en casa, con el resto de la familia, con los amiguitos, en la escuela. Pide luz para ver si esos recuerdos tienen alguna relación con lo que quieres sanar de tu caja negra.

Escucha y escribe lo que Jesús te contesta en cada uno de los momentos de tu vida.

Dale gracias a Dios por tanto amor y por todo lo que te ha iluminado en esta oportunidad.

Este ejercicio puedes repetirlo varias veces, ya sea para que Dios te ilumine un mismo aspecto oscuro de tu caja negra, o para que te ilumine otros que puedan ir surgiendo.


“Al descubrir la causa de nuestros males, el resultado lógico ha de ser que si ponemos en práctica lo que el Señor nos dice, va a realizarse en nosotros una transformación notoria. Si seriamente queremos saber la causa de nuestros males, Dios la revelerá, y entonces:


Seremos como un espejo que refleja la gloria del Señor, y así nosotros mismos llegaremos a ser más y más como Cristo, porque cada vez tendremos más y más de su gloria (2 Corintios 3, 18). Y la gloria que reflejaremos será la gloria del rostro de Cristo, que es la misma gloria de Dios, el Padre.

Brillaremos con la luz de las estrellas en medio de este mundo oscuro (Filipenses 2, 15) porque somos luz del mundo (Mateo 5, 14).

Irradiaremos paz, tanto para nosotros como para los demás”.


(“Baño de Luz” – Pág. 32 – de Darío Betancourt,

Publicaciones kerigma, México)